Entre noticias escalofriantes de la amenaza de la mal llamada fiebre porcina (que ya ha provocado, aparte de las muertes, el cierre de aeropuertos y un despliegue sanitario que linda en la paranoia) y la tan mentada crisis que sólo nos deja en claro quiénes no pierden nunca y quiénes jamás ganaremos, abril no es precisamente el mes primaveral que en el hemisferio norte se canta con harta sacarina. Se presenta más bien como un mes otoñal, que anuncia tiempos peores. Creo que nadie canto a un triste mes de abril con tanta pasión como el gigantesco poeta metido a cantor Joaquín Sabina. Lo peor es que nunca sabremos quién nos ha robado el mes de abril, y en este último día del cuarto mes, creo que esta canción viene muy a cuento.
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