Mírenlo bien. El señorón que saca pecho y que muestra su coqueta corbatita roja es el congresista por el departamento de Ica Edgar Núñez Román. Este personaje del zoo político contemporáneo es el autor del desaguisado de pretender amnistiar a los juzgados y condenados autores de varias matanzas en la época de la violencia en el Perú. En sus febriles y estériles pataletas congresales propuso en su momento que las empresas de televisón peruanas sean obligadas a destinar parte de su parrilla de programación a temas educativos, suena bien ¿verdad?, pero su buena intención desnudó su inmensa hipocresía cuando en el mismo proyecto de ley pone el parche al determinar que sean los mismos canales de televisón los que elijan las horas de difusión. Claro, a una persona que le importa un maní la cultura y la educación le es indiferente que el contenido educativo llene los espacios entre las 3 y 4 de la mañana.
El congresista Núñez se ha ganado el dudoso honor de inaugurar las vitrinas de este Museo Virtual de la Vergüenza con muchos deméritos. Entre ellos el tratar de desprestigiar la labor de la Comisión de la Verdad poniendo en duda la famosa fotografía de Óscar Medrano.
Siendo vice-rector de una universidad particular que extiende sus tentáculos (léase sedes) a muchas ciudades del país, mostró una vergonzosa ignorancia al declarar que la donación ofrecida por Alemania para la construcción y mantenimiento de un museo de la memoria era un acto de intervención en los asuntos internos del país. Es más, para poner la cereza en el postre, se atrevió a sugerir con talentosa estolidez, que en Alemania no habían museos de la memoria dedicados al Holocausto.
Financista y actor de un bodrio cinematográfico que pretende disculpar y justificar las violaciones de los derechos humanos en décadas pasadas, este personaje es, para más vergüenza del propio congreso, presidente de la comisión de defensa. Ni su traje abogadil, ni sus artículos vacuos, ni su aprismo militante disimulan su ignorancia y su manifiesta postura autoritaria.
yo me quede conpletamente gélido un par de segundos, cuando por casualidad paso por el canal local las declaraciones de este señoron, yo no sabia quien era, me senti irrisorio y cambie el canal con desaliento y berrinche.
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