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20 febrero, 2010
EL CANDIDATO EN SU LABERINTO
Mientras los aparentemente “naturales” candidatos al sillón presidencial en 2011 se despeinan buscando maneras de llegar a los esquivos electores, Jaime Bayly estrena peinado y rompe los cánones de la hipócrita formalidad política peruana. Con la impunidad de alguien al cual le conocemos prácticamente todos sus trapos sucios (y los limpios también), Jaime simplemente sonríe a las cámaras y da puntillazos con destreza taurina y puntería quirúrgica.
Para pánico de muchos, el estridente conductor televisivo crece en encuestas y aparece más en los medios que todo el resto de candidatos juntos. Sus propuestas políticas, cargadas de generalidades y colorinches buenas intenciones, resultan vacías de posibilidades por su profundo desprecio y desconocimiento de los vericuetos del poder. Pero como todo periodista sabe, el sólo hecho de hacer noticia, no importando el cómo, es parte de la naturaleza de los involucrados en los medios de comunicación; más aún de aquéllos que incursionan en política.
Coincido con los que opinan que Bayly es la mejor muestra de la debilidad de nuestro sistema político en su conjunto. Su candidatura laberíntica y llena de atajos inesperados, curvas altamente peligrosas, vericuetos son sentido y pasajes de muchas vías; ha colocado al resto de candidatos ante la difícil, pero saludable disyuntiva de cambiar su discurso añadiendo temas a su raquítico discurso, que antes estaban abiertamente vedados.
Denunciar el escandaloso concordato firmado en con el Vaticano (que hace que todos los peruanos paguemos de nuestro bolsillo las almidonadas polleras de Cipriani y compañía), mencionar la ineficiencia e inutilidad de unas fuerzas armadas que hasta ahora sólo han demostrado entusiasmo en un supuesto aumento de sueldos o referirse a la urgencia de tener políticas educativas más serias, universales e inclusivas es sólo parte del sentido común pero que los políticos formales soslayan e ignoran de manera sostenida y crónica.
Por todo esto, y a riesgo de ser tildado de ingenuo, estoy firmemente convencido de que la candidatura de Bayly (aunque le doy muy pocas posibilidades de concreción) viene a ser un hálito de aire fresco que hará que los oxidados y pesados molinos políticos peruanos se muevan un poco y quizá hasta se renueven. Los pobres y sufridos electores lo agradeceremos.
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