Hacía mucho que esta señorona de gesto descolgado y mirada alucinada, pedia a gritos su vitrina en nuestro museo. Sin embargo, con su pésima actuación a la cabeza del Ministerio del Interior que terminó desembocando en una verdadera masacre, donde perdieron la vida muchos (demasiados) policías y un número indeterminado de civiles terminó ganándose una sala entera en la infame muestra de la vergüenza peruana contemporánea. Sus destempladas declaraciones, violentas y estólidas, respondiendo a los cuestionamientos periodísticos, espetando que ella no tenía plumas en la cabeza y por lo tanto, no era responsable de la muerte de los efectivos policiales; son la mejor muestra de que en política la cirugía plástica no alcanza a las ideas y menos a la intenciones. Cualquier rinoplastía no hace crecer el olfato político y el "peeling" no alcanza para remozar el rostro de una política conservadora y anacrónica que esta convencida que la opción urbana, masculina, militar, letrada, occidental, costeña, limeña y criolla es la única decente y buena. Así como los mofles se descuelgan otra vez y las bolsas bajo los ojos no se pueden remangar más de dos veces, este personaje de siniestra memoria al negarse a renunciar sólo sigue hundiendo más hondo sus cimientos en el campo de la vergüenza.
PD:. Acabo de encontrar esta caricatura del otorongo, irrespetuosa y fuertemente grosera, pero acertada.
PD:. Acabo de encontrar esta caricatura del otorongo, irrespetuosa y fuertemente grosera, pero acertada.
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