La patada es, por definición un golpe dado con el pie a algún objeto a a alguna persona. No es un gesto amable necesariamente, sin embargo puede solucionar las cosas. En la Historia contemporánea del Perú tenemos de ambos tipos de patadas. La primera patada la propinó el aún candidato Alan García. En una marcha política, la cúspide del poder del partido aprista desfilaba con cara de circunstancias. Un humilde trabajador, entusiasta simpatizante del partido decide poner de lo suyo en la marcha abriéndole camino al candidato García. Éste ve el acto como un intento de robarle cámaras y protagonismo (¡horror!) y no encuentra mejor manera de mantenerse en foco que arrearle un tremendo patadón al despistado personaje. Lo interesante del asunto, que mereció análisis sesudos de psicoanalistas y psiquiatras, fue que inmediatamente propinado el golpe, Alan García vuelve a sacar pecho, sus rasgos faciales recuperan su pose de mandamás y la sonrisa forzada, especialmente diseñada para las cámaras, vuelve a adornar su mofletudo rostro. Aquí el momento de la vergonzosa patada del actual presidente peruano:
La segunda patada es más bien de las positivas. La selección femenina de vóley de Perú se enfrenta con el poderoso equipo argentino con miras a la clasificación al mundial de vóley de Japón. El partido es trepidante porque se juega uno de los cupos. Las tribunas vibran, cientos de espectadores vivan a ambos contendientes. Una bola terrible y difícil sale de la cancha argentina y las peruanas se esfuerzan por que no se concrete el punto para las contrincantes. Elena Keldibekoba, preciosa y magistral jugadora de la selección peruana, que suele dejar alma en cada partido por su entrega y entusiasmo, propina una patada a un balón que era casi imposible de salvar devolviéndolo a la cancha argentina, el equipo remató el preciosista espectáculo consiguiendo un punto clave para ganar el set y así hacer más rápida la victoria y la clasificación peruana. Es una de las cosas que me gustan de la historia, para un acto indigno y prepotente casi siempre hay uno contrario, un acto digno que termina alegrando a naciones enteras. Aquí el vídeo del momento de la patada salvadora:
2 comentarios:
Este Alan García es un impresentable. ¿Qué se puede esperar de un gobernante con esa soberbia y que trata así a los demás? ¡Y menos mal que era un seguidor!
Hubo muchos que creimos que con esa patada Alan Garcia sellaba su destino politico. Sin embargo, la gente olvido el acto de prepotencia y votó por el para que no salga elegido otro impresentable mas prepotente que él...
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