28 febrero, 2010

DAGER, LA HISTORIOGRAFÍA Y LA EXCLUSIÓN




“Nos sentimos orgullosos de los incas pero no tanto de los indios”

¿La época colonial fue buena o mala? ¿Cuánto apoyo popular tuvo la causa de la Independencia? ¿Qué debemos rescatar de Alfonso Ugarte? Las respuestas correctas no son, probablemente, las que nos enseñaron en la escuela. El historiador Joseph Dager remueve este tema en un libro de reciente publicación que está despertando inusitado interés en medios académicos: “Historiografía y Nación en el Perú del siglo XIX” (PUCP, 2009).


Según el autor, hay un conjunto de mitos y falacias que hoy es necesario revisar. Hay, advierte, historias que no provoca escuchar, que no generan orgullo, pero que es necesario volver sobre ellas porque solo es posible la reconciliación a partir de un pasado veraz.


Por Elizabeth Cavero


El Perú nace como nación en 1821 y sin embargo hoy entendemos que la “historia del Perú” comienza antes de los incas. ¿Cómo se explica?

–Quizá podemos partir diciendo que el siglo XIX es un momento en el que la burguesía asciende al poder y construye un nuevo modelo político, el Estado-Nación. Este es un fenómeno mundial, que empieza en los Estados Unidos, en Europa y en Hispanoamérica. Lo que este modelo pretende, en primer lugar, es que los habitantes del Estado-Nación se reconozcan como miembros de una misma comunidad, con una misma cultura y sobre todo con un mismo pasado. Y, mientras más antigua era la nación, más legítima y con mayor derecho a autogobernarse.–


Entonces mientras los franceses buscaban sus raíces en los galos, los ingleses en los sajones, los alemanes en los germanos... los peruanos buscaban sus raíces en los incas.

–Sí, aunque no hay que olvidar que ya Garcilaso de la Vega y Guamán Poma (cronistas del siglo XVI) hablaban de los incas. La diferencia es que en el siglo XIX los que historian la antigua grandeza de los incas eran “criollos” o sus descendientes. Ellos “peruanizan” a los incas. Y tuvieron tanto éxito, que hoy seguimos considerando a los incas como peruanos.


–¿Esta construcción de nuestra historia nacional comienza en 1821?

–O bien a partir de 1824, con la derrota de las tropas realistas. Entonces, lo primero que se hace es crear símbolos distintivos: bandera, escudo e himno. Estos incorporan elementos andinos –como la quina y la vicuña– con los cuales las mayorías indígenas pudieran identificarse. De la misma forma, se necesitaba una historia común, una historia nacional. Esos historiadores no se inventaron una historia, la “confeccionaron” con insumos que estaban ahí y con su propia creatividad. La historiografía peruana fue una confección porque el elemento “creativo” y la historicidad del momento subrayaron o descuidaron un sinnúmero de aspectos, pero ello no debe asociarse con lo conscientemente “fraguado”.


–¿Por qué interesaba a la burguesía construir la nación?

–Para gobernar mejor. No se trataba de una nación democrática, ni igualitaria. Era una nación como se definía en el siglo XIX, en la cual el Estado contribuye a crear a los connacionales. La élite confecciona eso que llamamos “peruano” y trata de difundirlo. Lo que yo confirmo al analizar la obra de los historiadores del siglo XIX –como lo han hecho otros historiadores estudiando el pensamiento, las fortunas o las modas de la burguesía– es que sí existieron proyectos nacionales, sí hubo una experiencia burguesa. Digo esto porque durante mucho tiempo se ha repetido que el Perú no tuvo clase dirigente, sino clase dominante; que no hubo burguesía, sino oligarquía; y que esa élite no fue capaz de crear un proyecto nacional ni de ofrecer una imagen de conjunto del pasado peruano.


–¿Esa crítica abarca a los historiadores del siglo XIX?

Sí. Alberto Flores Galindo sostenía que la historiografía (la producción histórica) nace en el siglo XX. Yo sostengo que ya desde antes, con Mariano Mendiburu, Mariano Felipe Paz-Soldán, Sebastián Lorente o Carlos Wiesse (historiadores del siglo XIX) el Perú estaba en la agenda ideológica. Si no había la intención de crear una nación, para qué crear una historia nacional.


–Entonces, ¿cuáles son los mayores aportes de los historiadores del siglo XIX a la nación?

–El mayor aporte de los historiadores del siglo XIX es haber integrado a los incas al Perú. El segundo gran aporte es haber ofrecido una comprensión general del pasado peruano y del Perú: país de antigua grandeza, tiene la esperanza de ser un país de futura grandeza. Lo que no comprendieron, ni los historiadores ni los políticos del siglo XIX, fue que el Perú es un país mestizo y diverso. Para ellos la diversidad fue un obstáculo y por eso trataron de homogeneizar culturalmente y de imponer su modelo de progreso.


Lugares comunes

–Existen lugares comunes en las críticas sobre el siglo XIX. Uno de ellos se refiere al despilfarro de la riqueza guanera. Sin embargo, usted nos dice que este dinero se usó también para financiar investigaciones históricas.

–Sí. Los historiadores debemos hacer un mea culpa porque hemos sido muy severos con el siglo XIX, hemos tratado de encontrar en el siglo XIX el origen de casi todos nuestros males, y nos hemos conformado con echarle la culpa: el siglo de la anarquía militar, del guano que se despilfarró y de la derrota con Chile. Pero perdemos de vista que, junto con eso, en el siglo XIX pudimos construir un Estado. Entonces, por ejemplo, siempre repetimos que más del 50% del dinero del guano se usó en pagar sueldos de empleados públicos. ¡Pero claro! ¡Si había que construir un Estado! Se usó para pagar maestros, jueces, prefectos que antes no existían. Con el dinero del guano se fomentó también la actividad intelectual, la producción de obras históricas. Ojalá el Estado de hoy lo hiciera.


–Estos historiadores del siglo XIX, sin embargo, tuvieron que enfrentar pronto el dilema de admirar a los incas, sintiendo a la vez desprecio por sus descendientes, los indígenas.

–En 1992, la historiadora Cecilia Méndez publicó un magnífico artículo titulado “Incas sí, indios no”. Ella afirma que es una característica del nacionalismo peruano del siglo XIX y del siglo XX decir yo siento orgullo por los incas, pero no tengo nada que ver con los indios. Méndez lo atribuye a que en el siglo XIX existió un nacionalismo criollo que no veía en ello una contradicción y que excluyó a la población andina.


–¿Coincide con ella?

–Coincido en mucho. Pero creo también que precisamente la admiración hacia los incas impidió que la población andina fuese excluida del proyecto nacional. Los historiadores del siglo XIX dijeron: estos indios, descendientes degenerados de los incas, tienen una historia que demuestra lo que podrían llegar a ser si nosotros los regeneramos, los educamos. Gracias a esto, los indios fueron incorporados a la nación, aunque en un lugar secundario como grupos subalternos.


–No era posible mandar a los indígenas a vivir en reducciones.

–No, aquí la población indígena era tan numerosa y tan presente en todo el territorio que no se le podía confinar, como se hizo en Chile o EEUU. Entonces, se pensó en traer migrantes europeos para “mejorar la raza”. Pero, ¡cuántos hubieran tenido que venir! Luego se opta por imponer a aquella población un modelo cultural, burgués y occidental, para homogeneizar. Por supuesto, más inteligente hubiera sido que la élite, la minoría, aprendiera quechua como idioma oficial. Pero eso lo decimos hoy, 200 años después.


–Durante el siglo XIX tuvimos dos enemigos: España y Chile. ¿Cómo se entiende que tengamos hacia esos dos países sentimientos tan diferentes?

–Es que son dos historias diferentes. A España le ganamos dos veces, en 1824 y 1866. Además, la herencia cultural es evidente y por la necesidad de una continuidad histórica, dada la admiración por el pasado incaico, no pudimos negar el estudio del pasado colonial y encontrar en ese periodo personajes admirables y, qué duda cabe, fuimos un Virreinato muy importante. En cambio, Chile nos venció y nos duele porque siempre entendimos su pasado como inferior al nuestro. Nos duele doblemente porque nos ocuparon por varios años. Nos duele triplemente porque no solo se llevaron trofeos de guerra, se llevaron también libros, pinturas, estatuas… Y, además, Chile aún niega que haya materias pendientes, y no es poco frecuente que algunos de sus políticos exhiban hacia el Perú eso que José Rodríguez Elizondo, intelectual y ex diplomático chileno, ha llamado con magnífica expresión una “soberbia extravagante”.


–Otro lugar común: ¿la Independencia fue una gesta nacional?

–No, hoy sabemos que la independencia no fue una gesta “popular”, fue un movimiento de la élite. Los historiadores del siglo XIX no lo comprendieron porque al estudiarla recurrieron a ciertos documentos, proclamas, que les hicieron pensar que la Independencia fue apoyada por las masas. Hoy sabemos que los indígenas, negros, mulatos, mestizos participaron, pero sin tener necesariamente conciencia de lo que estaba en juego.


Herencia que pesa

–¿Qué conservamos del siglo XIX?

–Yo creo que una de las malas herencias del siglo XIX es la comprensión de la guerra con Chile. Los historiadores peruanos del siglo XIX comprendieron bien los abusos y supieron denunciarlos. La obra de Paz-Soldán, escrita casi en los mismos años de la guerra, es de una precisión documental y solidez impresionantes. Pero le faltó explicar mejor cuál era la situación previa en el Perú, que favoreció los abusos de los chilenos. Esto es algo que agrega Basadre.


–Otro tema pendiente es la inclusión de la población indígena a la nación.

–Sí, yo creo que esa debe ser la discusión. Porque hoy sigue presente el racismo, una herencia de los historiadores y políticos del siglo XIX. En buena cuenta seguimos sintiéndonos orgullosos de los incas y no tan orgullosos de los indios. Y a diferencia de otros países, en el Perú eso implica una especie de esquizofrenia: admiro y rechazo a la misma persona, a nosotros mismos.


–¿Qué debemos hacer?

No imponer un único modelo de desarrollo, ni dejar que una minoría –económica o étnica– nos imponga el suyo. Respetar la diversidad cultural, no concebirla como algo inferior y tratar de pensar el Perú con modelos multiculturales. Afortunadamente, el Perú hoy no es el mismo de hace 50 años. Claro, hoy existe Asia (el balneario), unos cuantos que no dejan entrar a sus playas a mucha gente. Pero ellos no son el Perú. Más representativo del Perú es, por ejemplo, el Grupo 5.


El ejemplo de Alfonso Ugarte

–¿Y seguimos necesitando héroes nacionales?

–Por supuesto. Como toda nación, seguimos necesitando héroes nacionales. Pero debemos repensar nuestra historia. Por ejemplo, hoy admiramos a Alfonso Ugarte “solo” porque no dejó caer la bandera peruana en manos de los chilenos. Tal vez fue cierto, pero en todo caso Alfonso Ugarte fue héroe por varias otras razones: tenía dinero y pudo irse, pero se quedó a luchar. Además, usó su fortuna para armar batallones. La historia del sacrificio fue publicada días después de ocurrido en el diario La Patria, pero los historiadores del siglo XIX no la incorporan. Los que sí lo hacen son los historiadores del siglo XX.


–Sincerar nuestra historia sería una meta interesante para el bicentenario.

–Ciertamente. Tenemos que preguntarnos sobre qué Perú vamos a seguir enseñando en las escuelas. Hoy ya no es una necesidad, como lo fue para los historiadores del siglo XIX, “olvidar” hechos incómodos del pasado en favor de la unión nacional. Ahora nos toca asumir nuestras verdades históricas, incluso las recientes, las que causan orgullo y las que preferiríamos no escuchar. Solo así podremos reconciliarnos y difundir un pasado veraz, al interior de una educación masiva de calidad. Es una deuda que aún tenemos.


Perfil

• Nombre: Joseph Dager Alva

• Edad: 39 años• Lugar de nacimiento: Lima, Perú

• Estudios: Licenciado en Historia por la PUCP (1996), Doctor en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Chile (2008)• Familia: casado con 2 hijos• Cargo actual: Profesor del Departamento de Humanidades y de la Maestría en Historia de la PUCP.

• Otras publicaciones: Hipólito Unanue o el cambio en la continuidad (2000), Vida y obra de José Toribio Polo (2000), Conde de Superunda (1995); El Virrey Amat y su tiempo (codirector, 2004).

20 febrero, 2010

LA CATEDRAL DE AREQUIPA

El templo mayor arequipeño es extraño. Sus casi aéreas líneas renacentistas contrastan con la pesadez de las sólidas moles de las catedrales de Cusco, México, Puno, Quito o Lima. El templo actual es producto de la reconstrucción que se realizara en la segunda mitad del siglo XIX cuando un sismo de proporciones colosales se trajo abajo mucho de la ciudad y luego un incendio se encargó de destruir muchas de las joyas artísticas que se albergaban en sus paredes. A pesar que es usual que las reconstrucciones terminen convirtiéndose en un pastiche sin forma ni concierto, la catedral es más bien un grácil momento arquitectónico que adorna todo el norte de la plaza mayor y que ha pasado a formar parte del paisaje que todo arequipeño tiene insertado en el ojo. Cuando en 2001 un violento sismo desplomó la torre izquierda, sentimos que nuestro paisaje se había roto, Felizmente la reconstrucción fue rápida y correcta. Les dejo algunas tomas del templo que es el principal de mi ciudad. (Todas las fotografías: Jorge Bedregal La Vera)
Las columnas le dan ese aire grácil y renacentista al templo


Altar mayor

Impresionante talla en madera del diablo vencido por la palabra, es uno de los atractivos más visitados de la Basílica

Perfil del diablo mayor

La talla es conmovedora en la expresión de dolor

Interesante talla de santo Toribio de Mogrovejo

Gigantesco órgano de origen belga, uno de los más grandes de Sudamérica

Capilla del Cristo del gran Poder, a decir de beatas, una de las imágenes más milagrosas

EL CANDIDATO EN SU LABERINTO



Mientras los aparentemente “naturales” candidatos al sillón presidencial en 2011 se despeinan buscando maneras de llegar a los esquivos electores, Jaime Bayly estrena peinado y rompe los cánones de la hipócrita formalidad política peruana. Con la impunidad de alguien al cual le conocemos prácticamente todos sus trapos sucios (y los limpios también), Jaime simplemente sonríe a las cámaras y da puntillazos con destreza taurina y puntería quirúrgica.
Para pánico de muchos, el estridente conductor televisivo crece en encuestas y aparece más en los medios que todo el resto de candidatos juntos. Sus propuestas políticas, cargadas de generalidades y colorinches buenas intenciones, resultan vacías de posibilidades por su profundo desprecio y desconocimiento de los vericuetos del poder. Pero como todo periodista sabe, el sólo hecho de hacer noticia, no importando el cómo, es parte de la naturaleza de los involucrados en los medios de comunicación; más aún de aquéllos que incursionan en política.
Coincido con los que opinan que Bayly es la mejor muestra de la debilidad de nuestro sistema político en su conjunto. Su candidatura laberíntica y llena de atajos inesperados, curvas altamente peligrosas, vericuetos son sentido y pasajes de muchas vías; ha colocado al resto de candidatos ante la difícil, pero saludable disyuntiva de cambiar su discurso añadiendo temas a su raquítico discurso, que antes estaban abiertamente vedados.
Denunciar el escandaloso concordato firmado en con el Vaticano (que hace que todos los peruanos paguemos de nuestro bolsillo las almidonadas polleras de Cipriani y compañía), mencionar la ineficiencia e inutilidad de unas fuerzas armadas que hasta ahora sólo han demostrado entusiasmo en un supuesto aumento de sueldos o referirse a la urgencia de tener políticas educativas más serias, universales e inclusivas es sólo parte del sentido común pero que los políticos formales soslayan e ignoran de manera sostenida y crónica.
Por todo esto, y a riesgo de ser tildado de ingenuo, estoy firmemente convencido de que la candidatura de Bayly (aunque le doy muy pocas posibilidades de concreción) viene a ser un hálito de aire fresco que hará que los oxidados y pesados molinos políticos peruanos se muevan un poco y quizá hasta se renueven. Los pobres y sufridos electores lo agradeceremos.

19 febrero, 2010

PROTÉGETE DEL SIDA, O CÓMO HACER UNA BUENA CAMPAÑA TELEVISIVA DE SALUD PÚBLICA

Para hablar del SIDA hay que ser directos y no detenerse en la posibilidad de herir susceptibilidades ingenuas y sobredimensionadas. Pensar en hablar dorando píldoras, "ablandando" el discurso o haciendo menos fuertes algunos términos o ideas; es simplemente un camino directo a no decir lo que se quiere decir y a la pérdida irremediable del sentido y objetivo de la comunicación. La urgencia del mensaje de autoprotección contra la posibilidad de contagio de SIDA debe ser directo y sin recovecos. Este es el sentido de un comercial televisivo que juega con la idea del graffitti y la animación, con un desenlace previsible, pero no por ello menos encantador. Si alguien se ofende con las imágenes, creo que debería revisar sus prioridades.

18 febrero, 2010

EL GUERNIKA EN TERCERA DIMENSIÓN

Impresionante trabajo de Giesecke que pone en tres dimensiones uno de los trabajos más conocidos y conmovedores de Pablo Picasso. Con el fondo musical de la Nana de Falla, una cámara virtual se mete dentro de la pintura y se detiene en sus detalles. La escena del bombardeo criminal de las hordas fascistas de la capital histórica del pueblo vasco, que despertó con un furor terrorífico de sangre, muerte y destrucción a la pacífica población ha sido una de las denuncias más contundentes contra la locura del nazismo y sus sirvientes. Observen la calidad del trabajo y conmuévanse con la pintura vista desde un ángulo insospechado.


12 febrero, 2010

LA TETA Y EL TETUDO


La nominación de “La Teta Asustada” de Claudia Llosa a los premios Óscar del presente año ha causado revuelos mayores. Desde el mismísimo estreno, se vino una verdadera avalancha de opiniones encontradas y maniqueísmos trasnochados en todos los sentidos. Desde el nacionalista extremo que trata de ver en la película de la Llosa un ensayo mariateguiano de realidad nacional, hasta el ojeroso y nerviudo facho-conservador a quien este filme le sabe a caviar rancio.
En muchos (no todos) los casos la polarización de opiniones ha hecho perder de vista que este es un producto artístico que relata un episodio que bien puede presentarse en cualquier país de largas tradiciones, jerarquizado y golpeado por la violencia hasta en los niveles más cotidianos.
Uno de los más visibles detractores de la “Teta” es el impresentable Aldo Mariátegui, engolado y pedante presentador de noticias en las mañanas y bilioso director de un medio escrito el resto del día. Su argumento es falaz y demuestra lo poco amoblada que traen la cabeza la mayoría de derechistas ultramontanos. El mofletudo Mariátegui ve en la película de la Llosa una caricatura del Perú y los peruanos, peligrosa y calumniadora; y en la actuación de Magaly Solier una caracterización de una andrófoba, desclasada, improvisada y lesbiana, para más detalle.
Lo que el tetudo relator de noticias no sabe es que “La Teta Asustada” no es una guía turística del Perú y sus desencantos, tampoco un ensayo sociológico de las consecuencias de la violencia ni pretende serlo. Lo peor es que según su escueta filosofía, los peruanos deberíamos ser como él, con nuestro pelo rubicundo, todos ojiazules y con dos tarjetas de crédito en los bolsillos, viviendo en la urbe y hablando de la última cuchipanda en el club de moda.
Los méritos artísticos de la película mencionada son muchos y considero que, cinematográficamente hablando, es una de las más ambiciosas en tanto lenguaje de cine, de los últimos tiempos. Aunque de ritmo algo irregular, creo que sus personajes calzan en muchos peruanos contemporáneos, las actuaciones con altibajos y el guión muy logrado. Esto la hace merecedora de las nominaciones y premios que ha ganado, al margen de lo que opinen tetudos como Aldo que sólo son capaces de sentir sabor a caviar hasta en un helado de lúcuma.



07 febrero, 2010

PERU: EL DOCUMENTAL A COLOR MÁS ANTIGÜO

La Metro Goldwyn Mayer emitió en 1937 un documental perteneciente a la serie Travel Talks. En este se aprecia a Lima, Arequipa y el lago Titicaca vistos por los ojos de unos realizadores norteamericanos que sabían muy poco o nada del país. No deja de tener encanto ver las ropas y los coches de la época en el documento fílmico a color más antigüo en que aparecen nuestros paisajes.

06 febrero, 2010

PARA UNA HISTORIA DE LA NUEVA TROVA

Este fragmento corresponde a un muy interesante vídeo casi desconocido en América Latina. La intención de los realizadores era engranar los procesos políticos e ideológicos en el continente, con el arte musical de una cantera melódica tan grande como la que tenemos en nuestros países. Aquí vemos a un casi irreconocible Vicente Feliú acompañado por un jovencísimo Silvio Rodrígues e interpretando una de las canciones de la trova tradicional cubana más tiernas y logradas. Silvio conversa con la cámara y da su propio concepto de Nueva Trova. Documento impresicindible para la Historia musical contemporánea de América.

01 febrero, 2010

OTRO INMENSO QUE SE NOS VA: TOMÁS ELOY MARTÍNEZ


El último día del mes de enero de 2010 nos trae la noticia de la muerte de Tomás Eloy Martínez, uno de los escritores latinoamericanos más impresionantes de los últimos tiempos. Logró usar el periodismo para realizar impresionantes novelas y paseó la literatura por las páginas de los diarios. Como buen argentino, fue exilado por la dictadura militar y el exilio lo que hizo fue Juan Domingo Perón y su esposa Eva: "Santa Evita" y "La Novela de Perón". Aunque no son estrictamente novelas históricas y no pretenden serlo, son en sí un magnífico testimonio de uno de los capítulos mas fundacionales de la Argentina contemporánea. Una pena muy grande po la partida de este magnífico y entrañable escritor.