02 febrero, 2009

La fiesta de la Candelaria en Arequipa





Cada año, el 2 de febrero se celebra en Arequipa una fiesta que tiene todo el sabor, color y calor de su par altiplánico. En Puno, a orillas de lago Titicaca, la celebración de la Virgen de la Candelaria se ha convertido en un punto clave en la construcción de la identidad colectiva.
Las relaciones entre Puno y Arequipa no siempre han sido fluidas o positivas. El habitante de la meseta del Collao ha sido el inmigrante por definición en el sur del país y Arequipa es uno de los polos preferentes de esa migración. Los puneños arribados a la ciudad no sólo transformaron dramáticamente el paisaje urbano arequipeño, sino que se convirtieron, por derecho propio, en los motores de la economía del sur del Perú y de Arequipa.
El puneño fue tomado por los grupos conservadores arequipeños, profundamente racistas y entusiastas exclusores, como el estereotipo de lo indeseado. El migrante (y en este caso no sólo el puneño, sino en general el "serrano") fue modelo de suciedad, fealdad, salvajismo, herejía y violencia. A contrapelo, se construyó una identidad arequipeña que resultaba exactamente lo opuesto al "otro", es decir, los arequipeños nos imaginamos limpios, bellos, civilizados, autocontrolados y católicos legítimos.
Felizmente la realidad se ha encargado de ir cambiando esta visión estúpidamente racista y excluyente. Los migrantes de muchas provincias cercanas a Arequipa y especialmente los puneños (como uno de los colectivos más cohesionados y más pujantes), se han tomado la ciudad entera y sus alrededores, han cambiado irremediablemente nuestra cultura urbana y en general, para bien.
Esto se demuestra, por ejemplo, con esta celebración que empezó como una fiesta patronal modesta pero entusiasta y que año tras año ha ido creciendo de manera exponencial hasta convertirse en una celebración maravillosa donde se refuerzan los vínculos entre los migrantes, sus descendientes y todos aquellos arequipeños (que ahora son la inmensa mayoría) que tienen lazos familiares o afectivos con el altiplano.

Esto le da una riqueza pasmosa a nuestra ciudad, que aporta con una cultura peculiar y logradísima y que se termina enriqueciendo con la maravillosa riqueza puneña. Los trajes coloridos, las danzas preciosistas, los sones contagiantes, las costumbres centenarias se ven con facilidad en esta fiesta que engalana y adorna a nuestra ciudad.

Ojalá y esta visión racista de Arequipa sea aplastada cada vez más por los pasos cadenciosos de los bailarines y los arequipeños terminemos de entender que esta presencia nos hace más ricos, más poderosos y con posibilidades a futuro.
Fotos de Jorge Bedregal La Vera.

1 comentario:

Amazilia Alba dijo...

Gracias por la visita y el mensaje. Pues parece que cada vez mas hay mas peruanos que nos oponemos a una vision racista y monolitica del Peru. Ya vamos avanzando.
Saludos